domingo, 25 de noviembre de 2012

Camino al infierno

¡Buenas tardes queridos lectores! ¿Todo bien? Espero que si. Como dije os haré un pequeño spoiler sobre la serie semanal, pero pequeñito, así que no esperéis demasiado y, por si alguien no quiere leerlo, lo pondré en una letra algo más pequeña y de diferente letra.
Pues bien, en este pequeño avance os digo que se descubrirá más cosas sobre el peliblanco, además del pasado de Matt y su desconocida condición. Sin olvidar que se revelarán ciertas cosillas sobre el porqué de las habilidades y clasificaciones como humanos y no humanos. Pero todo esto lo veréis en ese capítulo, no lo explicaré por aquí. Será la serie quien lo explique.
Bueno, dicho esto, ya lo veréis el próximo miércoles/jueves si no ocurre nada que me impida subir el capítulo (ya sabéis que me excusaría lo antes posible). Y vamos ahora con el relato de hoy.
Es un relato futurista, ciencia ficción, que habla sobre cierto accidente en cierto lugar, cosa que descubriréis al leerlo. Además otras pequeñas cosillas que iréis viendo. Dicho relato tiene una continuación, es decir: lo divido en dos (ya que es bastante largo). Pero la continuación (que es más corta) dependerá de vosotros, los lectores, para variar. Y, por si os interesa, abajo del todo os dejo un pequeño soundtrack con el que hará la lectura... más intensa, emocionante.
Pero no me andaré con más rodeos y ya lo pongo. Espero que os guste.


   Las garras arañaron su armadura, dejando una marca profunda, pero no lo suficiente para dañar al portador, el cual dio una patada a la bestia, lanzándola hacia atrás. Luego dio un rápido corte, partiéndola en dos, y escupió al cadáver.
   Estaba sólo en ese lugar. Todos los demás habían muerto o eso parecía, ya que no obtenía respuesta del otro grupo.
   Miró al frente, viendo como más criaturas se acercaban por el estrecho pasillo, y maldijo el momento en que aceptó la misión.
   Casi todas sus armas de fuego estaban agotadas. Las baterías que tenía no podía malgastarlas, eran su sustento vital para que el corazón siguiera bombeando y su cabeza activa en caso de recibir un golpe fatal. Su cuerpo estaba cansado, pero la adrenalina le mantenía en pie.
   Llevaba horas, días, semanas en ese espantoso lugar. Y, en ese tiempo, solamente había visto como esos seres se iban llevando las vidas de sus compañeros, uno a uno.
   ¿De donde aparecieron? ¿Por qué vinieron? No sabía la respuesta, simplemente sabía lo que las noticias habían dicho antes de ser llamado para la misión: la colonia número 47 había sufrido un ataque desconocido de unos atacantes también desconocidos. Solo hubo un superviviente y, este, tras contar lo sucedido murió la primera noche en que lo hospitalizaron. Dijeron que las pesadillas lo mataron. Pero él sabía que no era así, sino que debió hablar demasiado.
   No dudó y, al primer engendro que se lanzó hacía él, con las garras por delante de sus fauces, le disparó de lleno en el rostro con una de las pocas armas aún con munición. Su cara, si es que se le podía decir así la parte delantera de su mollera, solo constaba de una enorme mandíbula que ocupaba casi toda la pequeña cabeza y unos pequeños orificios que serían sus ojos. Además de que por encima, yendo de allí hasta el final de su abdomen, tenía diversos pinchos, aunque no eran demasiado afilados pues lo comprobó con su equipo al escanear el primero que mataron.
   El animal cayó al suelo, con el cráneo reventado por el laser. “Siempre a la cabeza. En caso de duda, siempre a la cabeza” les habían enseñado y, aunque no siempre funcionara, en esta ocasión no se equivocaron. Solo que a los más grandes había que estallarles también el torso, sino seguían atacando. A ciegas, pero seguían atacando.
   El resto se dirigió hacía su posición, tanto por las paredes como el techo, además del suelo. Eran como unos bichos escurridizos que nunca acabas por exterminar.
   Rápidamente cogió una de las plataformas circulares de su cinto, pulsó el botón del medio, y la lanzó frente a la entrada pentagonal. Nada más tocar el suelo se activó un escudo azulado hasta los límites de los muros. Esos seres no dudaron y siguieron avanzando, lanzándose de lleno a la zona azulada.
   Los primeros la lograron traspasar, pero muertos. Ese muro artificial daba una corriente eléctrica en la parte de quien lo tocara y, como el ser lo traspasó, lo electrocutó entero. Friéndolo vivo.
   El punto negativo es que ese dispositivo absorbía demasiada energía. Y él la necesitaba.
   Pasaron cinco más después del primero. También muertos. Pero el dispositivo empezó a brillar de color rojo, indicándole que empezaría a alimentarse de las baterías del usuario debido a que las del aparato ya se habían vaciado.
   Por eso, él, activó la defensa sólida. Haciendo que la pared eléctrica traspasable se volviera consistente, dejando almacenada allí la electricidad. Haciendo que fuera rompible.
   Las criaturas empezaron a embestir la defensa, llevándose descargas, mientras el pelilargo activaba su espada que constaba con un filo láser. Lo bueno de esas armas es que no gastaban su energía. Por ello tarde o temprano se vería obligado a usarlas. Arriesgándose a recibir más arañazos como el primero que marcó su armadura. Pero estaba preparado.
   Escuchó unas pisadas detrás de él, haciendo que se girara instantáneamente. Pero no por peligro, sino por alegría. Eran pasos de otro de los suyos, algún superviviente del segundo grupo, ya que en la primera bifurcación se vieron obligados a separar el grupo inicial en dos debido a lo amplia que era la colonia.
   En su hombro se podía ver claramente el número nueve, número que tenían los que se encargaban de las armas pesadas y las municiones.
   En su mente agradeció al Todopoderoso que le mandara una ayuda dentro de ese averno.
   El desconocido le saludó alzando la mano y él le señaló con el pulgar la acumulación de criaturas en el pasillo. El otro afirmó con la cabeza rápidamente y no tardó en llegar y poner a punto una ametralladora pesada que empezó a disparar nada más romperse el escudo.
   Los seres cayeron como moscas, reventados por la lluvia de balas que estaban recibiendo. Manchando todo de su sangre azul celeste.
   Los que lograron sobrevivir a tal ataque fueron atravesados por la espada láser.
   -Pensé que todos habían muerto –dijo quien portaba la espada mientras se limpiaba la sangre de su frente.
   -Número siete fue uno de los primeros en caer –dijo con una voz algo metálica, debido al casco que llevaba puesto-, por ello perdimos la comunicación. Yo también pensaba que estaba sólo.
   -Gracias a Dios llegaste a tiempo, no me quedan apenas recursos.
   -Entiendo, luego te suministraré lo que necesites número dos. Ahora debemos asegurar un perímetro y acabar con la misión.
   -Kilian, mi nombre es Kilian –se presentó el experto en lucha-. Estando en este abismo no creo que importen las designaciones. ¿Así que cuál es tu nombre?
   -No estoy autorizado para revelar mi identidad, al igual que tú. Número dos.
   -Llámame Kilian.                                                                                                                   
   -Como quieras, número dos. Si quieres que te apode Kilian, lo haré. Pero no esperes lo mismo de mi parte.
   -En fin… -escupió al suelo-. ¿Cuál es el plan?
   -Tu deber es encargarte de eso. Kilian. Los número dos no solo luchan. También planifican.
   El tipo lo sacaba de quicio, ahora entendía porque le mandó con el otro grupo. Pero aún así le indicó que pusiera cargas explosivas en el pasillo por el que había venido y en el que ahora cruzarían ya que, por lo visto, aunque él fuera el último superviviente no quedaban más bestias de esas en la zona de la que vino. Y, en caso de fallar, esas criaturas no saldrían del lugar accidentado.
   Número nueve obedeció y puso los explosivos, sincronizándolos con las baterías de emergencia aferradas a sus latidos. A los de ambos, por si uno de los dos moría que el otro pudiera escapar y detonarlo desde fuera. Tras eso, Kilian recibió los suministros y se inyectó un energizante en el cuello para recuperar fuerzas ahora que su nivel de adrenalina había disminuido.
   Sin perder más tiempo, se pusieron en marcha. Atravesando ese largo y oscuro pasadizo. Yendo directamente a las fauces de las bestias.



¿Os gustó? Espero que si, tanto como a mi escribirlo. Además de que opino que leerlo con la canción hace que se intensifique la escena, pero eso es a gusto de cada uno. Como el hecho de que a mi muchas veces me gusta escribir escuchando música (mejor soundtracks que canciones, francamente. Aunque desconozca de donde sea dicha música). Así que bueno, ya sabéis; si os gusta podéis votarlo, compartirlo, expresarlo y todo lo que queráis. Y me despediré ya.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

2 comentarios:

  1. Cada vez que me meto en tu blog, me sorprende cómo escribes.

    Sigue así.

    Un saludo,

    alguien al que le gusta hacerse llamar Virus.

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    1. ¡Gracias! No sé si será que al estar algo pocho me tocará la vena sensible más fácilmente, pero al ver el comentario francamente me ha emocionado un poco.
      ¡El primer comentario en el blog más allá de lo que me comentaba alguien por algún chat o al verme!
      Francamente gracias y me alegro de que te guste.
      Un saludo~

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