domingo, 24 de febrero de 2013

Un bar cualquiera - Recordando

¡Buenos días queridos lectores! Como indiqué por Twitter, hoy os subo el siguiente capítulo de Un bar cualquiera, a pesar del poco tiempo que dispongo este fin de semana (aunque seguramente no lograré hacer todo lo que tenía propuesto...), pero bueno, uno hace lo que puede. Además, con esta entrada voy a probar lo de añadir Sangría a todas las entradas sin tenerlo ya que hacer yo manualmente (así que quizá, los párrafos más antiguos que este, los relatos seguramente tendrán una sangría más larga, cosa que me dedicaré a reducir un día que disponga de tiempo).
Bien, no nos desviemos y os haré una pequeña y breve introducción al capítulo: esta vez e intentado que sea más largo que los últimos, es por ello que seguramente vaya a constar con dos partes (para no hacer entradas demasiado extensas), aunque eso no quita que vaya subiendo los capítulos cada dos semanas como dije en su día. Lo siento, pero no adelantaré las cosas, que luego todo son prisas (aunque ya me gustaría a mi poder hacer la serie semanal de verdad...). Pero bueno, os dejo ya con el  capítulo y espero que os guste.


Me levanté del suelo rascándome la nuca, dolorida, y miré a mí alrededor. Todo parecía haberse detenido. En un solo parpadeo toda la estancia quedó en blanco y negro y recordé como James me miraba mientras un enorme cansancio se apoderaba de mi cuerpo, haciéndome perder las fuerzas y desfallecer cayendo al suelo mientras Jack acababa de sacar el extraño aparato de la caja.
Pero yo seguía en esa estancia, me había levantado y Jack estaba aún con las manos dentro de la caja metálica y James todavía me observaba.
-Estás en un recuerdo –dijo una conocida voz a mis espaldas.
Me giré inmediatamente y observé, de nuevo, a Harry. A pesar del poco contacto que había mantenido con él y, que quizá fuera el miembro más desconocido y misterioso para mí, hasta el momento era el único que me había caído realmente bien.
-Ahora mismo tu cuerpo físico, tu verdadero cuerpo, se encuentra en otra habitación. Acompáñame, así lo verás.
No dudé y le seguí, entrando por una puerta tras de él. Pero nada más pasarla volvió a pasar lo de la otra vez: veía desde los ojos de Harry, no los míos. Pues mi cuerpo se encontraba en una silla metálica, atado por los tobillos y las muñecas, además de la frente a esa silla. Pero tenía los ojos cerrados, como si durmiese.
James estaba a mi lado, a punto de ponerme un extraño casco mientras Jack parecía activar la máquina que había encima de la mesa de delante de mi cuerpo. La escena todavía seguía inmóvil, en blanco y negro.
-¿Todavía seguimos en un recuerdo? –mi voz resonó en mi cabeza, pues no fue pronunciada por mis labios.
-Sí. Pero esta vez en uno mío, es por ello que lo ves desde mis ojos. En esta ocasión no hay ningún truquillo de James por en medio como la otra vez.
En el fondo tenía su lógica, pues no podría recordar nada de esto si realmente estaba dormido. Aún así seguía sin saber del todo que ocurría. Harry pareció escucharme los pensamientos, pues de pronto la escena fue desapareciendo hasta volver a estar ambos en un solo sitio. Solo que esta vez era un lugar completamente blanco.
-¿Entonces, tú estás en la sala conmigo?
-Ajá, incluso también llevo en la cabeza el mismo aparato que viste que te estaban poniendo. A mí me dejaron consciente para poder mostrártelo como acabo de hacer –su voz seguía igual de amable que siempre, eso era otra cosa que me gustaba de él-. Además que como yo ya conozco “mi don” no corro riesgo alguno con esta máquina –sonrió-. Es por ello que debo encargarme también de que tú no lo corras.
-Entiendo… Pero, ¿qué es este lugar exactamente?
-Un almacén, podría decirse.
-¿Un almacén? ¿De qué? ¿Para qué…?
-De tus vivencias, por decirlo de alguna manera.
Harry pasó su pulgar derecho por el monóculo, como limpiándolo, y luego lo giró lentamente hacia la izquierda. Una tanda de imágenes empezaron a invadir el lugar, pero no imágenes delante de nosotros sino como si rebobinaran una cinta de vídeo y nosotros nos quedáramos quietos en el mismo lugar. Hasta que al final se detuvo en una escena. La que recordé cuando James hurgó en mi cabeza. Solo que esta vez, en lugar de estar en mi cuerpo de trece años, me veía a mí mismo. Veía a mí yo pasado detenido en el tiempo a escasos metros de distancia.
-¿Qué recordabas en estos momentos, Matt? –Me preguntó mirándome de reojo un instante, luego pareció volver a analizar a mí yo infantil.
-Recordé… –me rasqué la barbilla, haciendo memoria- Recordé el accidente, la mudanza y… todo lo relacionado con el porqué repetí curso. ¿Acaso es importante?
-Puede que sí, puede que no –dio suaves golpecitos en su monóculo, como si estuviera concentrado-. Vayamos al recuerdo inicial.
Harry me indicó mirar a mis propios ojos y estos parecieron agrandarse hasta adentrarnos en la negra pupila. Adentrándonos en el recuerdo.
Esta vez sí que volví a mi cuerpo infantil, concretamente de siete años. Y todavía más concretamente en el asiento de copiloto en el coche de mi madre.
Sé perfectamente que a esta edad debería estar sentado atrás, pero llevábamos los paquetes de unos nuevos muebles que habíamos comprado, por lo que no tenía espacio y me senté delante.
“No fuerces nada, deja que las cosas sucedan” las palabras de Harry resonaron en mi cabeza, pues no se encontraba por ninguna parte. Así que le hice caso y el recuerdo avanzó.
Miraba por la ventana, tanto la de la puerta como por el vidrio de la luna, aprovechando que era la primera vez que montaba enfrente y tenía una mejor visión que desde lo que veía siempre desde atrás.
Cada dos por tres llamaba la atención de mi madre, indicándole las formas que cobraban las nubes en el azulado cielo y ella reía diciéndome que las veía y señalándome de vez en cuando alguna que ella veía.
-Veo, veo –dije.
-¿Qué ves?
-Una cosita.
-¿De qué color es?
 -De color… De color… ¡Naranja!
-¿Naranja…? ¿Tu suéter? –preguntó mirándome.
-No, no. Frío, frío.
-Uhm… -empezó a mirar por todos lados, mientras yo veía que nos acercábamos a lo que había visto-. ¿Quizá tu maquinita?
Negué y ella siguió buscando, aunque no tardé en avisarla de que nos estábamos acercando.
Ella se extrañó y miró al frente de nuevo, pues se había despistado de la conducción, y frenó de golpe, pues por poco nos chocamos con la cisterna roja de un camión.
-¡Que susto! ¡Podías haber avisado antes a mamá!
-Lo siento… Pensé que si no te decía nada verías antes lo naranja...
-¿Lo naranja? El camión es rojo, cielo.
-Yo no digo el camión, mami.
-¿Entonces? –volvió a preguntar mientras observaba de reojo hacía donde mi pequeña manita indicaba.
No tuvo tiempo a reaccionar, pues su cara lo expreso todo. Nada más girar el rostro para ver lo que señalaba el camión explotó a causa del fuego producido en el motor.
Yo la miré a ella, quien se giró rápidamente hacia mí y me indicaba que me agachase. Todo sucedía muy lento y, cuando un trozo de metal rompió el cristal y me cortó en la mejilla cerré los ojos con fuerza. Desapareciendo de mi vista toda la escena.
Cuando ya no escuché nada abrí los ojos, poco a poco. Con miedo. Y miré a mi madre.
-¿Mamá? –pregunté-. ¿Mamá…?
Cogí su mano, aferrada al volante, y la puse entre mis manitas. Al instante vi como una pieza metálica atravesaba su abdomen, pero seguía sin entender porqué no reaccionaba cuando la llamaba. Seguía sin entender porqué estaba quieta, mirando al frente. No supe que era la muerte hasta ese instante.


Bueno, ¿qué os ha parecido? Sé que el final es algo... "chocante" por así decirlo, aunque es mejor que opinéis vosotros sobre esto, cosa que podéis hacer comentando, opinando, valorando... etcétera, etcétera. Pero bueno, nos vemos en la próxima entrada. Ya sabéis que por cualquier cosa, podéis contactar conmigo sin problemas.

   ¡Un saludo y hasta la próxima!

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